domingo, 23 de octubre de 2011

Crónicas de El Homo Macchina (El Homo Máquina)



Un libro hecho de textos, dibujos y caricaturas, pero sobre todo de revolucionarias ideas.
En este libro su autor, José Terán, con un tono irónico e incisivo, a veces hasta corrosivo, eleva una crítica contra los ciudadanos de nuestro tiempo que han hecho del automóvil su Dios y su destino.
Igualmente y con no menos sarcasmo cuestiona a los gobiernos por “planear” las ciudades en base a su “majestad” el automóvil, carro o coche, olvidándose totalmente del ciudadano que va a pie, o de aquellos para quienes nunca serán las “modernísimas” ciudades que ahora tenemos: los discapacitados, físicamente o por la edad, los que no pueden ya caminar.


“Crónicas de El Homo Macchina –escribe el autor-- nació de la observación de mi propio entorno, del comportamiento autocárrico de mis conciudadanos, de mis compatriotas
mexicanos. Nació también de experiencias recogidas en otras latitudes y de las inevitables comparaciones cuando se confrontan conductas sociales comunes en el seno de culturas distintas”.

“Para el propósito de esta obra tomé de referencia una ciudad que, con celebradas excepciones,
puede ser cualquiera, por las desordenadas, crecientes y criminales conductas viales de sus habitantes, lugar donde señorea la cultura del automóvil como paradigma irrefutable del éxito”.


Las Crónicas de El HomoMacchina no son graciosas descripciones de lo que ya pasó o de lo que
les puede pasar a los otros, sino reales y serios llamados de atención para alertar, para contribuir con una pizca de sentido común a vernos como asesinos en potencia, como falsos monarcas callejeros, como carroñeros del organismo automotriz, como potentados que no podemos prescindir de una oprobiosa prótesis. También, de ser posible, prevenir a cualquiera que
venga y conduzca en México bajo su cuenta y riesgo.

Es una fotografía social tomada con una lente ojo de pescado, tal vez distorsionada por la sorna, pero dolorosamente real.

“Este singular cuanto bizarro espécimen –el Hombre Máquina, dice el autor--apenas apeó del caballo se motorizó y, en no pocas ocasiones, quedó con un pie en el estribo y el otro en el pedal del acelerador”.

El libro Crónicas de El Homo Macchina trata también de cómo la mayoría de los hombres y las mujeres de estas y otras ciudades del país han llegado a convertirse en los energúmenos motorizados que ahora son.

Así pues, nadie se asuste ni encabrite –agrega el autor—por lo que en esta compilación de textos, dibujos y caricaturas encontrarán. Sea honesto el lector y convenga que lo anotado en esta obra lo refleja como en un indeseable espejo, en el cual no quisiéramos que nuestros hijos, el día de mañana, se vieran igual.

sábado, 23 de julio de 2011

Fallece Lucian Freud, el pintor de los desnudos carnales


El nieto de Sigmund Freud fue, junto a Francis Bacon, uno de los más brillantes representantes de la Escuela de Londres

FRANCISCO CALVO SERRALLER 21/07/2011

Nacido en Berlín el año 1922, Lucian Freud, que era nieto de Sigmund Freud, se instaló en Londres en 1932, llevado allí con solo 10 años por su familia, huyendo de la inmediata barbarie nacional socialista, y su presumible plan implacable de exterminio judío. Dada la corta edad con la que desembarcó en Reino Unido, se comprende que su formación artística y posteriormente su brillante desarrollo como pintor se llevase a cabo como si se hubiese tratado de un genuino artista británico. De hecho, adquirió la nueva nacionalidad en la temprana fecha de 1939. Por todo ello, aunque su origen germánico es indudable, se le ha considerado siempre como uno de los más brillantes representantes de la llamada Escuela de Londres, un grupo informal que aglutinó a un conjunto de artistas de primer rango, surgidos todos ellos tras la II Guerra Mundial, entre los que se contaron figuras tan prominentes como Francis Bacon o Frank Auerbach, los cuales se caracterizaron por estar de alguna manera vinculados a una figuración de estirpe expresionista.

No se puede, sin embargo, tampoco negar la impronta artística alemana que configuró la personalidad de Lucian Freud. Hay que tener en cuenta que su padre, que era arquitecto, había sido asimismo un prometedor pintor, en la época de la Secesión de Viena, y que no solo Lucian Freud, sino el resto de los representantes de la Escuela de Londres, coquetearon en su juventud con el surrealismo y con los pintores alemanes de la llamada Nueva Objetividad, como Otto Dix o Georg Grosz. Al margen de estos precedentes artístico-culturales, Lucian Freud estudió en la Central School of Art y en el Goldsmiths' College, antes de iniciar su carrera artística, hacia comienzos de 1940. Su primera exposición colectiva se produjo en 1944, pero la maduración de su estilo y el comienzo de su proyección pública no se produjo hasta una década después, a partir de 1951. Desde entonces, habiéndose librado de esas primeras influencias artísticas continentales, Freud se centró en una peculiar interpretación de la pintura realista, conectada en parte con el precedente británico de Stanley Spencer, pero también dejándose contagiar por el morboso sentido físico, carnal y existencial del primer Francis Bacon, con el que mantuvo siempre una relación dialéctica y artística muy vivaces. La pintura de Lucian Freud debe su original peculiaridad al modo con el que supo abordar la figura humana, fundamentalmente desnuda y haciendo siempre valer su turbadora densidad carnal. En su interpretación del desnudo, Freud unió la peculiar visión forzada con que Edgar Degas espiaba los desnudos femeninos, para obtener un punto de vista insólito, y un sentido matérico que les daba una fuerza táctil, muchas veces de efecto turbador. En realidad, como él mismo declaró, pretendía que la propia pintura tuviese una densidad elástica, como la de la carne: "Quiero que mi pintura funcione como carne. Para mí, la pintura es la persona. Que ejerce sobre mi mismo un idéntico efecto que la carne".

Esta versión del desnudo tan directa y, valga la paradoja, descarnada, así como su independencia de juicio y de costumbres le valieron, en el siempre puritano mundo británico, una fama de alocado libertino, atravesándose con ello muchas veces la frontera del sensacionalismo barato. No hace muchos años, cuando Freud era ya un octogenario, causó malestar la exhibición pública de un autorretrato en el que él se mostraba de pie, pintando sobre un lienzo, mientras una joven desnuda se abrazaba a una de sus piernas. Tomar esta autorepresentación como un delirio exhibicionista, no solo es un error, sino que significa desconocer la historia de la pintura occidental, a la que este genial artista rindió un sagaz culto, plagando con citas inteligentes de grandes maestros del pasado muchos de sus mejores cuadros. En cualquier caso, no cabe la menor duda de que Lucian Freud ha sido no solo uno de los mejores pintores británicos del siglo XX, sino que, todavía más importante, uno de los artistas figurativos más originales y poderosos de la época contemporánea.

lunes, 13 de junio de 2011

“Este libro es mío” o Historia mínima del ex libris

Manuel Pérez Rodríguez

Biblioteca Digital Hispánica

(Tomado del Portal de Internet de la Biblioteca Nacional de España)

No hace mucho nos hicimos eco en el mundillo bibliotecario de las filias y fobias que afloran cuando organizamos nuestra biblioteca personal. Ahora bien, hay que ver lo que nos cuesta a veces prestar a amigos y conocidos nuestros libros más preciados o queridos, y es que todos tememos al abominable monstruo del “préstamo sin retorno”. La forma más habitual para indicar que un libro “debe volver a casa” (Conforti, A. et al.) es la clásica anotación manuscrita de nuestro nombre en los preliminares. Sin embargo, los más celosos dejan su impronta personal por medio de un ex libris.

Los ex libris son marcas de propiedad, ya sean estampas, etiquetas o sellos, que se colocan generalmente en el reverso de la cubierta de nuestros libros. Lo normal es que contengan la locución latina “Ex libris” (son menos frecuentes los “Soy de” o “Ex biblioteca”) seguida del nombre del dueño, a menudo con una ilustración personalizada y, más raramente, con una leyenda o lema que recoge un pensamiento o frase célebre de su gusto y que le definen (Delgado Casado, J.). Una variante peculiar es el superlibris o supralibros, constituido por un escudo nobiliario o un monograma, que se estampaba ricamente dorado sobre las encuadernaciones de los libros antiguos. Sin llegar a perder su finalidad primaria como marca de propiedad, los ex libris han terminado por convertirse en una pequeña obra gráfica apta para enseñar, intercambiar y coleccionar.

Existen distintas formas de clasificación de los ex libris, ya sea por sus técnicas de reproducción, por la evolución histórico-estilística o por su diversidad temática. Las técnicas de ejecución varían desde la xilografía, el grabado a buril, el aguafuerte, calcografía, litografía, serigrafía, fotograbado o diseño infográfico, por lo que podemos afirmar que, a día de hoy, Photoshop y buril conviven y se complementan a la perfección para grabar sellos de caucho o goma.

Un poco de historia

Todos los estudiosos parecen coincidir en que el ex libris más antiguo conocido es un ejemplar de cerámica esmaltada del faraón Amenofis III (s. XVIII dinastía, XIV a.C.) y que sería empleado para marcar los estuches de rollos de papiro de su biblioteca. Ya en Mesopotamia, en las tablillas cuneiformes de la Biblioteca de Asurbanipal era usual encontrar a modo de colofón maldiciones e invectivas para combatir el robo y el vandalismo: “que la ira de Asur y Ninlil borren para siempre su nombre y su simiente de la tierra”, “que quien la robe (la tablilla) quede ciego/sordo”. En bibliotecas monacales medievales italianas habremos de encontrar inscripciones manuscritas que exigen la devolución del libro con soflamas parecidas. Los libros de los monarcas del Medievo también tenían sus inscripciones de propiedad, siendo la inscripción ibérica más antigua una del rey Fruela I de Asturias (757-768), documentada en un santoral ovetense con el texto “Froyliani principis liber”.

La Alemania de la 2ª mitad del XV es la cuna de la imprenta, y por lo tanto también del ex libris impreso. El más antiguo (1470) es el ejemplar “parlante” del capellán bávaro Hans Igler. Su grabado xilográfico representa a un erizo (“Igel” en alemán significa erizo) coronado por una filacteria gótica con el juego de palabras: “Hanns Igler das dich ein igel kuss” (Hans Igler te da un beso de erizo)

Le sigue a la zaga el del monje Hildebrand Brandenburg de Biberach (1480) quien donase al monasterio cartujo de Buxheim cierto número de libros. Cada libro donado por él presenta grabado un ángel tenante con su escudo de armas coloreado a mano. Al lado de cada uno de sus ex libris el monje anotó además de qué libro se trataba.

La relevante escuela de grabadores alemanes de fines del siglo XV e inicios del XVI cuenta entre sus filas con artistas de la calidad de Alberto Durero (autor del primer ex libris con data en plancha), Lucas Cranach, Hans Burgkmair, Hans Holbein, Jost Amman, etc. Como era de esperar, elaboraron magníficos ex libris.

Desde Alemania la imprenta se disemina rápidamente por Europa y de igual manera lo hacen los ex libris impresos. El primer ejemplar francés será el de Jean-Bertrand de la Tour Blanche (1529) mientras que el primero italiano es el parlante de Cesare Gambara, obispo de Tortona (1548).

Los Estilos

Del siglo XV al XVIII el blasón heráldico es el protagonista indiscutible, ya que las bibliotecas particulares eran escasas y pertenecían generalmente a nobles y eclesiásticos. Su hegemonía temática irá siendo sustituida de forma muy paulatina por los motivos alegórico-simbólicos. Desde 1700 hacen aparición los paisajes y escenas de naturaleza idealizada. A partir de 1800 asistimos además a la afirmación de una pujante burguesía culta, poseedora de surtidas bibliotecas personales, y con unos gustos más variados y modernos. Tal es así, que el verdadero florecimiento artístico y coleccionista del ex libris tiene lugar con la irrupción del movimiento modernista y de sus distintas corrientes europeas (Art noveau, Liberty, Jugendstil) con artistas de la talla de los británicos del Art and Crafts, como Edward Burne-Jones y Walter Crane (interesados en la vuelta a las primitivas técnicas de la imprenta artesanal xilográfica) y los marcados contrastes del blanco y negro con estética Secession de los vieneses Kolo Moser, Gustav-Klimt. El gusto modernista dejará pronto paso a los Expresionismos, Futurismos y Surrealismos, todos los “ismos”, en fin, que nos llevan al “todo vale” contemporáneo.

Las temáticas

En la exlibrística existen tantos temas iconográficos como podamos imaginar, pero casi nunca son exclusivos, ya que a menudo distintos aspectos aparecen mezclados entre sí. Podemos encontrarnos pues con ex libris heráldicos, parlantes, animalísticos (la fortaleza del león, la lechuza sabia, la astucia de la serpiente, etc.), mitológicos, paisajísticos, arquitectónicos, de profesiones (paletas de pintor, balanzas judiciales, copas y serpientes de medicina y farmacopea), cervantinos, librarios, tipográficos, musicales, eróticos, macabros (la vanitas, las jóvenes acechadas por esqueletos con clepsidras evocan la caducidad de la belleza y de la vida) y un largo etc.


El coleccionismo

Los coleccionistas de fines del XIX y 1ª mitad del XX tienen el mérito de llamar la atención sobre los ex libris como parte integrante del patrimonio cultural, pero son también responsables de que los libros puedan llegar a ser sistemáticamente mutilados cuando estampas y sellos se retiran sin ninguna consideración, privándonos así de un pedazo de la historia del libro (quiénes fueron sus propietarios o usuarios, sus posibles periplos, etc.).

En España el pionero del estudio de los ex libris (1875) es Mariano Pardo de Figueroa , conocido también por el sobrenombre de “Doctor Thebussem”, pero el impulso definitivo a la puesta en valor de los ex libris llega de la mano de la escuela catalana de artistas representada por Alexandre de Riquer, Joaquim Renart, Ramón Casals i Vernis y Josep Triado y del bibliófilo Ramón Miquel i Planas, fundador de la Revista Ibérica de Ex libris (1903-1906). Sobre estos autores y el exlibrismo en general, la Biblioteca de Cataluña ha puesto en línea una selecta exposición virtual.

Tras la Guerra Civil, la revista Saitabi de la Facultad de Filosofía y Letras de Valencia, dará origen a la “Asociación de Exlibristas Ibéricos” que, bajo la dirección de José María Gutiérrez Ballesteros, Conde de Colombí, comienza a publicar la revista Ex libris (1952).

Hasta aquí nuestra tímida incursión en el mundo de los ex libris. La pregunta que nos asalta a continuación es si vosotros, estimados lectores, marcáis vuestros libros cuando los adquirís, y si llegáis al punto de confeccionar vuestra propia “lista negra” de morosos o por el contrario, como el novelista Arturo Pérez-Reverte, consideráis una vanidad tener cualquier marca de propiedad en vuestros libros.


Bibliografía

- ANGULO FERNÁNDEZ, Consuelo y MOLINA GUERRA, Mª Luisa: Catálogo de Ex Libris de Bibliotecas Españolas en la Biblioteca Nacional. Gabinete de Estampas y Bellas Artes. Ministerio de Cultura. Dirección General del Libro y Bibliotecas, 1989.
- BOUZA, Antonio L. El ex-libris Tratado general: Su historia en la corona española. Madrid: Patrimonio Nacional, 1990.
- CONFORTI, A., DIETRICH, A., CASTELLO, D.Ex libris: storia, stili, significati, tecniche, collezionismo. Milano: Mondadori, 2003
- DELGADO CASADO, Juan. Los ex libris españoles. Valencia: Vicente García editores, 1996.
- JOHNSON, Fridolf.
A Treasury of Bookplates, from the Renaissance to the Present. Mineola: Dover Publications, 1977.
- JUNOD, Benoit. The world of ex libris: A historical retrospective.

Enlaces de interés

- DÍAZ, Arantza. Entrada sobre Ex libris en Absysnet.com

- FERNÁNDEZ, Carlos. Entrada sobre Ex-libris publicada en Marcas de impresor. En ella nos habla del proyecto de diseño de ex libris de la Universidad de Salamanca y de los ex libris españoles digitalizados (algunos de la BNE) en Fortuna de España, exposición en línea del Centro Virtual Cervantes.

- ROIG SANTOS, Carmen. “El arte del grabado en miniatura: la donación de ex libris de Dª Gloria Rokiski” en Folio Complutense: Noticias de la Biblioteca Histórica de la UCM. [Consulta 01/05/2011]

domingo, 16 de enero de 2011

Sólo es el aire...

Hay quienes dicen que el poema no se explica. Sin embargo, en contra de esta convención aceptada por muchos, he de situar las siguientes líneas en una madrugada de hace casi un año, en un cuarto de hospital, mientras vigilaba las pantallas fluorescentes y la cabeza indefensa de mi padre se consumía, casi inocente, ajeno a lo que había sido. Más allá de los cristales, el aire movía las ramas y la claridad de otro día nublado avanzaba...


El aire y un aroma de álamos

llega desde lejanos días

vienen también

mañanas olorosas a carne

sobre las brasas

pláticas alrededor de las llamas

y tu acordeón o banjo

con tonadas locales



Tu cara perfila

aquellos sitios remotos

de sombras y hojarasca

húmedas al amanecer

arroyos despeñando el invierno

arena del verano



En alguna parte de tus manos

animales hermosos y ligeros

movilizan sus nervios

entre la floresta y las espinas

antes de huir con un murmullo

de ramas

los viste

¿cuándo por última vez?



¿Alguno habló para decirte adiós?

¿O un solitario pájaro

miró en tus ojos y te vaticinó

que morirías lejos

como un fantasma real

sin historia

ni muertos a quién o dónde llorar?



Por la ventana entra el aire

pero tú duermes

y velas tus imposibles armas



No hay ni habrá más batallas



nada

allá arriba



Sólo es el aire padre

que siempre vuelve

en días como estos



Es el regreso



José Fco. Terán C.