domingo, 23 de octubre de 2011

Crónicas de El Homo Macchina (El Homo Máquina)



Un libro hecho de textos, dibujos y caricaturas, pero sobre todo de revolucionarias ideas.
En este libro su autor, José Terán, con un tono irónico e incisivo, a veces hasta corrosivo, eleva una crítica contra los ciudadanos de nuestro tiempo que han hecho del automóvil su Dios y su destino.
Igualmente y con no menos sarcasmo cuestiona a los gobiernos por “planear” las ciudades en base a su “majestad” el automóvil, carro o coche, olvidándose totalmente del ciudadano que va a pie, o de aquellos para quienes nunca serán las “modernísimas” ciudades que ahora tenemos: los discapacitados, físicamente o por la edad, los que no pueden ya caminar.


“Crónicas de El Homo Macchina –escribe el autor-- nació de la observación de mi propio entorno, del comportamiento autocárrico de mis conciudadanos, de mis compatriotas
mexicanos. Nació también de experiencias recogidas en otras latitudes y de las inevitables comparaciones cuando se confrontan conductas sociales comunes en el seno de culturas distintas”.

“Para el propósito de esta obra tomé de referencia una ciudad que, con celebradas excepciones,
puede ser cualquiera, por las desordenadas, crecientes y criminales conductas viales de sus habitantes, lugar donde señorea la cultura del automóvil como paradigma irrefutable del éxito”.


Las Crónicas de El HomoMacchina no son graciosas descripciones de lo que ya pasó o de lo que
les puede pasar a los otros, sino reales y serios llamados de atención para alertar, para contribuir con una pizca de sentido común a vernos como asesinos en potencia, como falsos monarcas callejeros, como carroñeros del organismo automotriz, como potentados que no podemos prescindir de una oprobiosa prótesis. También, de ser posible, prevenir a cualquiera que
venga y conduzca en México bajo su cuenta y riesgo.

Es una fotografía social tomada con una lente ojo de pescado, tal vez distorsionada por la sorna, pero dolorosamente real.

“Este singular cuanto bizarro espécimen –el Hombre Máquina, dice el autor--apenas apeó del caballo se motorizó y, en no pocas ocasiones, quedó con un pie en el estribo y el otro en el pedal del acelerador”.

El libro Crónicas de El Homo Macchina trata también de cómo la mayoría de los hombres y las mujeres de estas y otras ciudades del país han llegado a convertirse en los energúmenos motorizados que ahora son.

Así pues, nadie se asuste ni encabrite –agrega el autor—por lo que en esta compilación de textos, dibujos y caricaturas encontrarán. Sea honesto el lector y convenga que lo anotado en esta obra lo refleja como en un indeseable espejo, en el cual no quisiéramos que nuestros hijos, el día de mañana, se vieran igual.

sábado, 23 de julio de 2011

Fallece Lucian Freud, el pintor de los desnudos carnales


El nieto de Sigmund Freud fue, junto a Francis Bacon, uno de los más brillantes representantes de la Escuela de Londres

FRANCISCO CALVO SERRALLER 21/07/2011

Nacido en Berlín el año 1922, Lucian Freud, que era nieto de Sigmund Freud, se instaló en Londres en 1932, llevado allí con solo 10 años por su familia, huyendo de la inmediata barbarie nacional socialista, y su presumible plan implacable de exterminio judío. Dada la corta edad con la que desembarcó en Reino Unido, se comprende que su formación artística y posteriormente su brillante desarrollo como pintor se llevase a cabo como si se hubiese tratado de un genuino artista británico. De hecho, adquirió la nueva nacionalidad en la temprana fecha de 1939. Por todo ello, aunque su origen germánico es indudable, se le ha considerado siempre como uno de los más brillantes representantes de la llamada Escuela de Londres, un grupo informal que aglutinó a un conjunto de artistas de primer rango, surgidos todos ellos tras la II Guerra Mundial, entre los que se contaron figuras tan prominentes como Francis Bacon o Frank Auerbach, los cuales se caracterizaron por estar de alguna manera vinculados a una figuración de estirpe expresionista.

No se puede, sin embargo, tampoco negar la impronta artística alemana que configuró la personalidad de Lucian Freud. Hay que tener en cuenta que su padre, que era arquitecto, había sido asimismo un prometedor pintor, en la época de la Secesión de Viena, y que no solo Lucian Freud, sino el resto de los representantes de la Escuela de Londres, coquetearon en su juventud con el surrealismo y con los pintores alemanes de la llamada Nueva Objetividad, como Otto Dix o Georg Grosz. Al margen de estos precedentes artístico-culturales, Lucian Freud estudió en la Central School of Art y en el Goldsmiths' College, antes de iniciar su carrera artística, hacia comienzos de 1940. Su primera exposición colectiva se produjo en 1944, pero la maduración de su estilo y el comienzo de su proyección pública no se produjo hasta una década después, a partir de 1951. Desde entonces, habiéndose librado de esas primeras influencias artísticas continentales, Freud se centró en una peculiar interpretación de la pintura realista, conectada en parte con el precedente británico de Stanley Spencer, pero también dejándose contagiar por el morboso sentido físico, carnal y existencial del primer Francis Bacon, con el que mantuvo siempre una relación dialéctica y artística muy vivaces. La pintura de Lucian Freud debe su original peculiaridad al modo con el que supo abordar la figura humana, fundamentalmente desnuda y haciendo siempre valer su turbadora densidad carnal. En su interpretación del desnudo, Freud unió la peculiar visión forzada con que Edgar Degas espiaba los desnudos femeninos, para obtener un punto de vista insólito, y un sentido matérico que les daba una fuerza táctil, muchas veces de efecto turbador. En realidad, como él mismo declaró, pretendía que la propia pintura tuviese una densidad elástica, como la de la carne: "Quiero que mi pintura funcione como carne. Para mí, la pintura es la persona. Que ejerce sobre mi mismo un idéntico efecto que la carne".

Esta versión del desnudo tan directa y, valga la paradoja, descarnada, así como su independencia de juicio y de costumbres le valieron, en el siempre puritano mundo británico, una fama de alocado libertino, atravesándose con ello muchas veces la frontera del sensacionalismo barato. No hace muchos años, cuando Freud era ya un octogenario, causó malestar la exhibición pública de un autorretrato en el que él se mostraba de pie, pintando sobre un lienzo, mientras una joven desnuda se abrazaba a una de sus piernas. Tomar esta autorepresentación como un delirio exhibicionista, no solo es un error, sino que significa desconocer la historia de la pintura occidental, a la que este genial artista rindió un sagaz culto, plagando con citas inteligentes de grandes maestros del pasado muchos de sus mejores cuadros. En cualquier caso, no cabe la menor duda de que Lucian Freud ha sido no solo uno de los mejores pintores británicos del siglo XX, sino que, todavía más importante, uno de los artistas figurativos más originales y poderosos de la época contemporánea.

lunes, 13 de junio de 2011

“Este libro es mío” o Historia mínima del ex libris

Manuel Pérez Rodríguez

Biblioteca Digital Hispánica

(Tomado del Portal de Internet de la Biblioteca Nacional de España)

No hace mucho nos hicimos eco en el mundillo bibliotecario de las filias y fobias que afloran cuando organizamos nuestra biblioteca personal. Ahora bien, hay que ver lo que nos cuesta a veces prestar a amigos y conocidos nuestros libros más preciados o queridos, y es que todos tememos al abominable monstruo del “préstamo sin retorno”. La forma más habitual para indicar que un libro “debe volver a casa” (Conforti, A. et al.) es la clásica anotación manuscrita de nuestro nombre en los preliminares. Sin embargo, los más celosos dejan su impronta personal por medio de un ex libris.

Los ex libris son marcas de propiedad, ya sean estampas, etiquetas o sellos, que se colocan generalmente en el reverso de la cubierta de nuestros libros. Lo normal es que contengan la locución latina “Ex libris” (son menos frecuentes los “Soy de” o “Ex biblioteca”) seguida del nombre del dueño, a menudo con una ilustración personalizada y, más raramente, con una leyenda o lema que recoge un pensamiento o frase célebre de su gusto y que le definen (Delgado Casado, J.). Una variante peculiar es el superlibris o supralibros, constituido por un escudo nobiliario o un monograma, que se estampaba ricamente dorado sobre las encuadernaciones de los libros antiguos. Sin llegar a perder su finalidad primaria como marca de propiedad, los ex libris han terminado por convertirse en una pequeña obra gráfica apta para enseñar, intercambiar y coleccionar.

Existen distintas formas de clasificación de los ex libris, ya sea por sus técnicas de reproducción, por la evolución histórico-estilística o por su diversidad temática. Las técnicas de ejecución varían desde la xilografía, el grabado a buril, el aguafuerte, calcografía, litografía, serigrafía, fotograbado o diseño infográfico, por lo que podemos afirmar que, a día de hoy, Photoshop y buril conviven y se complementan a la perfección para grabar sellos de caucho o goma.

Un poco de historia

Todos los estudiosos parecen coincidir en que el ex libris más antiguo conocido es un ejemplar de cerámica esmaltada del faraón Amenofis III (s. XVIII dinastía, XIV a.C.) y que sería empleado para marcar los estuches de rollos de papiro de su biblioteca. Ya en Mesopotamia, en las tablillas cuneiformes de la Biblioteca de Asurbanipal era usual encontrar a modo de colofón maldiciones e invectivas para combatir el robo y el vandalismo: “que la ira de Asur y Ninlil borren para siempre su nombre y su simiente de la tierra”, “que quien la robe (la tablilla) quede ciego/sordo”. En bibliotecas monacales medievales italianas habremos de encontrar inscripciones manuscritas que exigen la devolución del libro con soflamas parecidas. Los libros de los monarcas del Medievo también tenían sus inscripciones de propiedad, siendo la inscripción ibérica más antigua una del rey Fruela I de Asturias (757-768), documentada en un santoral ovetense con el texto “Froyliani principis liber”.

La Alemania de la 2ª mitad del XV es la cuna de la imprenta, y por lo tanto también del ex libris impreso. El más antiguo (1470) es el ejemplar “parlante” del capellán bávaro Hans Igler. Su grabado xilográfico representa a un erizo (“Igel” en alemán significa erizo) coronado por una filacteria gótica con el juego de palabras: “Hanns Igler das dich ein igel kuss” (Hans Igler te da un beso de erizo)

Le sigue a la zaga el del monje Hildebrand Brandenburg de Biberach (1480) quien donase al monasterio cartujo de Buxheim cierto número de libros. Cada libro donado por él presenta grabado un ángel tenante con su escudo de armas coloreado a mano. Al lado de cada uno de sus ex libris el monje anotó además de qué libro se trataba.

La relevante escuela de grabadores alemanes de fines del siglo XV e inicios del XVI cuenta entre sus filas con artistas de la calidad de Alberto Durero (autor del primer ex libris con data en plancha), Lucas Cranach, Hans Burgkmair, Hans Holbein, Jost Amman, etc. Como era de esperar, elaboraron magníficos ex libris.

Desde Alemania la imprenta se disemina rápidamente por Europa y de igual manera lo hacen los ex libris impresos. El primer ejemplar francés será el de Jean-Bertrand de la Tour Blanche (1529) mientras que el primero italiano es el parlante de Cesare Gambara, obispo de Tortona (1548).

Los Estilos

Del siglo XV al XVIII el blasón heráldico es el protagonista indiscutible, ya que las bibliotecas particulares eran escasas y pertenecían generalmente a nobles y eclesiásticos. Su hegemonía temática irá siendo sustituida de forma muy paulatina por los motivos alegórico-simbólicos. Desde 1700 hacen aparición los paisajes y escenas de naturaleza idealizada. A partir de 1800 asistimos además a la afirmación de una pujante burguesía culta, poseedora de surtidas bibliotecas personales, y con unos gustos más variados y modernos. Tal es así, que el verdadero florecimiento artístico y coleccionista del ex libris tiene lugar con la irrupción del movimiento modernista y de sus distintas corrientes europeas (Art noveau, Liberty, Jugendstil) con artistas de la talla de los británicos del Art and Crafts, como Edward Burne-Jones y Walter Crane (interesados en la vuelta a las primitivas técnicas de la imprenta artesanal xilográfica) y los marcados contrastes del blanco y negro con estética Secession de los vieneses Kolo Moser, Gustav-Klimt. El gusto modernista dejará pronto paso a los Expresionismos, Futurismos y Surrealismos, todos los “ismos”, en fin, que nos llevan al “todo vale” contemporáneo.

Las temáticas

En la exlibrística existen tantos temas iconográficos como podamos imaginar, pero casi nunca son exclusivos, ya que a menudo distintos aspectos aparecen mezclados entre sí. Podemos encontrarnos pues con ex libris heráldicos, parlantes, animalísticos (la fortaleza del león, la lechuza sabia, la astucia de la serpiente, etc.), mitológicos, paisajísticos, arquitectónicos, de profesiones (paletas de pintor, balanzas judiciales, copas y serpientes de medicina y farmacopea), cervantinos, librarios, tipográficos, musicales, eróticos, macabros (la vanitas, las jóvenes acechadas por esqueletos con clepsidras evocan la caducidad de la belleza y de la vida) y un largo etc.


El coleccionismo

Los coleccionistas de fines del XIX y 1ª mitad del XX tienen el mérito de llamar la atención sobre los ex libris como parte integrante del patrimonio cultural, pero son también responsables de que los libros puedan llegar a ser sistemáticamente mutilados cuando estampas y sellos se retiran sin ninguna consideración, privándonos así de un pedazo de la historia del libro (quiénes fueron sus propietarios o usuarios, sus posibles periplos, etc.).

En España el pionero del estudio de los ex libris (1875) es Mariano Pardo de Figueroa , conocido también por el sobrenombre de “Doctor Thebussem”, pero el impulso definitivo a la puesta en valor de los ex libris llega de la mano de la escuela catalana de artistas representada por Alexandre de Riquer, Joaquim Renart, Ramón Casals i Vernis y Josep Triado y del bibliófilo Ramón Miquel i Planas, fundador de la Revista Ibérica de Ex libris (1903-1906). Sobre estos autores y el exlibrismo en general, la Biblioteca de Cataluña ha puesto en línea una selecta exposición virtual.

Tras la Guerra Civil, la revista Saitabi de la Facultad de Filosofía y Letras de Valencia, dará origen a la “Asociación de Exlibristas Ibéricos” que, bajo la dirección de José María Gutiérrez Ballesteros, Conde de Colombí, comienza a publicar la revista Ex libris (1952).

Hasta aquí nuestra tímida incursión en el mundo de los ex libris. La pregunta que nos asalta a continuación es si vosotros, estimados lectores, marcáis vuestros libros cuando los adquirís, y si llegáis al punto de confeccionar vuestra propia “lista negra” de morosos o por el contrario, como el novelista Arturo Pérez-Reverte, consideráis una vanidad tener cualquier marca de propiedad en vuestros libros.


Bibliografía

- ANGULO FERNÁNDEZ, Consuelo y MOLINA GUERRA, Mª Luisa: Catálogo de Ex Libris de Bibliotecas Españolas en la Biblioteca Nacional. Gabinete de Estampas y Bellas Artes. Ministerio de Cultura. Dirección General del Libro y Bibliotecas, 1989.
- BOUZA, Antonio L. El ex-libris Tratado general: Su historia en la corona española. Madrid: Patrimonio Nacional, 1990.
- CONFORTI, A., DIETRICH, A., CASTELLO, D.Ex libris: storia, stili, significati, tecniche, collezionismo. Milano: Mondadori, 2003
- DELGADO CASADO, Juan. Los ex libris españoles. Valencia: Vicente García editores, 1996.
- JOHNSON, Fridolf.
A Treasury of Bookplates, from the Renaissance to the Present. Mineola: Dover Publications, 1977.
- JUNOD, Benoit. The world of ex libris: A historical retrospective.

Enlaces de interés

- DÍAZ, Arantza. Entrada sobre Ex libris en Absysnet.com

- FERNÁNDEZ, Carlos. Entrada sobre Ex-libris publicada en Marcas de impresor. En ella nos habla del proyecto de diseño de ex libris de la Universidad de Salamanca y de los ex libris españoles digitalizados (algunos de la BNE) en Fortuna de España, exposición en línea del Centro Virtual Cervantes.

- ROIG SANTOS, Carmen. “El arte del grabado en miniatura: la donación de ex libris de Dª Gloria Rokiski” en Folio Complutense: Noticias de la Biblioteca Histórica de la UCM. [Consulta 01/05/2011]

domingo, 16 de enero de 2011

Sólo es el aire...

Hay quienes dicen que el poema no se explica. Sin embargo, en contra de esta convención aceptada por muchos, he de situar las siguientes líneas en una madrugada de hace casi un año, en un cuarto de hospital, mientras vigilaba las pantallas fluorescentes y la cabeza indefensa de mi padre se consumía, casi inocente, ajeno a lo que había sido. Más allá de los cristales, el aire movía las ramas y la claridad de otro día nublado avanzaba...


El aire y un aroma de álamos

llega desde lejanos días

vienen también

mañanas olorosas a carne

sobre las brasas

pláticas alrededor de las llamas

y tu acordeón o banjo

con tonadas locales



Tu cara perfila

aquellos sitios remotos

de sombras y hojarasca

húmedas al amanecer

arroyos despeñando el invierno

arena del verano



En alguna parte de tus manos

animales hermosos y ligeros

movilizan sus nervios

entre la floresta y las espinas

antes de huir con un murmullo

de ramas

los viste

¿cuándo por última vez?



¿Alguno habló para decirte adiós?

¿O un solitario pájaro

miró en tus ojos y te vaticinó

que morirías lejos

como un fantasma real

sin historia

ni muertos a quién o dónde llorar?



Por la ventana entra el aire

pero tú duermes

y velas tus imposibles armas



No hay ni habrá más batallas



nada

allá arriba



Sólo es el aire padre

que siempre vuelve

en días como estos



Es el regreso



José Fco. Terán C.


miércoles, 13 de octubre de 2010

LOS BRIBONES




De Lázaro Gutiérrez de Lara, una novela de múltiples facetas.

Irónica, mordaz, incisiva y crítica (no exenta de sátira) son los calificativos que caracterizan el estilo literario de la novela “Los Bribones” de Lázaro Gutiérrez de Lara, escrita en tercera persona, en la que, como un telón de fondo se deja ver el mineral de Cananea y su rampante crecimiento hacia principios del siglo pasado. El autor, nos dibuja una época antes y muy cercana a la histórica huelga y nos deja un esbozo de las circunstancias sociales que detonaron el movimiento obrero patronal de 1906.

Podríamos decir que en esta obra encontramos trazos de un estilo literario común de la época y que tuvo vigencia durante varios lustros, con tal de denunciar deplorables situaciones sociales a través de un lenguaje lúdico y punzante. Por ejemplo, el Diario Opinión de Los Angeles, California, publicó por entregas varias novelas escritas por mexicanos en esa y épocas posteriores, en las cuales se denunció el maltrato que sufrían los mexicanos que llegaban a los Estados Unidos a trabajar, o bien para denunciar las condiciones políticas y sociales imperantes antes y después de la Revolución, como son los casos de Rafael Vanegas quien escribió “Las aventuras de Don Chipote o cuando los pericos mamen” en el referido periódico de Los Angeles, California, o el caso de Gumersindo Esquer con su novela “Campos de Fuego” que ubica en la región de El Pinacate.

Pero también hay que apuntar que Lázaro Gutiérrez de Lara fue un hombre instruido en las áulas universitarias en un tiempo en que la corriente literaria del Naturalismo daba paso al Romanticismo, ambas de origen europeo, pero con una fuerte influencia en nuestro país y en los intelectuales mexicanos radicados en el Sur de los Estados Unidos. Por lo anterior, no nos resulta extraño las páginas llenas de finas exactitudes que contiene “Los Bribones”, cuando el autor habla del paisaje circundante al mineral, o de aquella prolija descripción de los objetos que se encontraban en la casa de la protagonista principal, Luisa, a la manera de Emile Zola*, padre del llamado Naturalismo en la literatura.

(*) Zola publica en 1893 “La fortuna de los Rougon, Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio”.

Y como bien se asienta en esta obra, Lázaro Gutiérrez de Lara fue simpatizante de la Casa del Obrero Mundial, fundada en 1912, en la cual se impartían a los obreros y a los hijos de éstos cursos de gramática, taquigrafía, etc. y algunos oficios, en cuya planta docente aparece el insigne poeta modernista José Santos Chocano que con su obra poética influyó en algunos autores de su generación.

Lo anterior nos muestra a un Lázaro Gutiérrez de Lara informado y lector, un espíritu libre y metódico porque sólo así es posible otorgarse tiempo para escribir una obra literaria, además de sus numerosas colaboraciones periodísticas y las también conocidas de corte político Historia de un Refugiado Político, publicada en inglés en 1911 y El Pueblo Mexicano y sus luchas por la libertad, publicada también en inglés en 1914 y dos años después en español.

Hay un punto que me parece digno de mencionar y es la culta formación que poseía Lázaro Gutiérrez de Lara, al citar en “Los Bribones” los nombres de dos pintores importantes: Rembrandt y Watteau; el primero maestro del barroco de los Países Bajos, en tanto el segundo paisajista de Francia y representante del último barroco, y cuyos finos y aristocráticos estilos el autor con manifiesta ironía los “encontrará” entre los principales vecinos del mineral.

Lázaro Gutiérrez de Lara, como lo dice el compilador y prologuista, cuando se refiere al empresario minero William Green, lo nombra “El Magnate”, “El Rey del Cobre”, “S. M. Majestad”, o simplemente “Rey”. Sin embargo, no obstante de responsabilizar al empresario norteamericano y a sus principales empleados, incluyendo a los funcionarios del gobierno municipal y estatal, de todos los desmanes cometidos contra los obreros y los desposeídos de Cananea y toda la región minera, en el metadiscurso se puede advertir un sutil reconocimiento al carácter de ese hombre que fundó las 4C.

Cito de las pp. 70 y 71: “Primero las transacciones ganaderas le dieron oportunidad de comprar ganado en pequeña escala y aumentarlo por medio de la ´Cuatrería´, en aquellos tiempos en que a los apaches se les podía echar encima todos los robos que los blancos cometían…

“El `Cow-Boy´ empezó a hacerse célebre desde el día en que en un rancho de Tombstone se agarró a balazos con dos compañeros de cuatrerías, un mexicano y un americano que eran tenidos por los más audaces y valientes; en la lucha salió triunfante con la muerte de sus contrarios y desde entonces, los demás `Cow-Boys´ tenían a honra estrechar su mano….”

Al respecto, no hay que olvidar que Lázaro Gutiérrez de Lara, en un tiempo, cuando se dedicó a la compra, denuncio y venta de terrenos minerales seguramente hizo negocios con la Compañía de las 4C, misma que era la única que adquiría nuevos hallazgos minerológicos.

En la página 91:

El autor nos da, con una pincelada, como ya apuntamos antes, una visión sarcástica y

mordaz de la clase alta o de quienes pretendían, en aquella época y alrededor del emporio Green, alzarse en la posición social. Así, al referirse a la esposa del abogado Robleda dirá que “Su noble cabeza ostentaba un alto peinado estilo Carlota de Maximiliano, pero con un adorno que le daba un opulento aire de Condesa de Rembrandt, sin sombrero, era una inmensa y blanca pluma de avestruz encajada en el pelo del temporal derecho que ascendía audazmente tramontando la abultada coronilla y describiendo una graciosísima curva hacia el lado izquierdo descendía sobre el omóplato del mismo lado. Un detalle encantador se destacaba en este peregrino adorno y era una tarjeta que colgaba de un hilillo de la misma pluma y oscilaba a la altura de la oreja; en la tarjeta y en sus dos caras se leía en caracteres rojos, muy bien claros, lo siguiente: “The biggest Ostrich plumee ever seen in California. Size 39 inches. Price $190.00 gold”. Este detalle, nuevo en los anales de la elegancia, era de una delicadeza y buen gusto exquisitos…”

Al respecto, en las obras publicadas en la frontera México-Norteamérica era común que los autores intercalaran expresiones y párrafos en inglés o spanglish.

Así, en la página 96, con motivo de la presentación musical que hizo la hija del Gerente del Banco de la Compañía, este cierra la actuación dirigiéndose a los Knights of Columbus, y que el autor intercala varios párrafos en inglés, como lo hará en toda la obra, al decir: “Gentlemen: You promise before God, our very very, dear father, to be the, defenders of our sacred, religión…..¡Yes, Sir! ¡Yes, Ser! …. ¡You bet! … ¡Sure! ¡Sure! –contestaron con distintos tonos los interpelados.

Este mismo recurso empleará el autor en toda la obra para reafirmar el carácter de una sociedad formada en las costumbres y maneras sincréticas fronterizas y para la cual eran comunes el uso del español o el inglés como idiomas comunes.

Lázaro Gutiérrez de Lara, cuando nos presenta a los que serán los principales protagonistas de la novela, traza los caracteres de ambos con precisión y firmeza para darnos el necesario contrapunto con el que finalizará la novela: Cito de la página 99 refiriéndose a la esposa de inteligente belleza: “Su nombre de Luisa trascendía en ella como un ideal y suave perfume de lilas y jazmines o traía el recuerdo de una pastorcita de Wateau”. Luego, en la siguiente página, refiriéndose al esposo apunta: “El Sr. Álvarez, Enrique, como le llamaban sus amigos, un buen chico, bajo de cuerpo, robusto, su cara tenía una expresión simpática, pero en la que era notable una perene sonrisa de amabilidad tan extrema, que más parecía encubrir una gran debilidad de carácter”. A decir del autor, ambos trabajaban en la tienda de la compañía de dependientes.

Al referirse a la corrupción reinante, escribirá con puntillosa sorna: “Todos saben la galantería e nuestro valeroso y glorioso y anticuado y senil Cacique, hacia los millonarios; los idolatra, los ama con entrañable y profunda pasión, en cambio a los proletarios los quiere tanto, tanto, que los despacha a gozar de la Divina Majestad cuando tiene la oportunidad. Que grande felicidad embarga al autor de esta novela al escribir sobre estas cuestiones tan sublimes, tan llenas de honda ternura ¡¡oh Dios de los Ejércitos!! Conserva, conserva muchos años a nuestro viejecito querido y amado”.

Pero la aportación de Lara que viene a colmar los valores por los que distinguió este hombre –literalmente-- de lucha y batalla, periodista y escritor de cortante pluma, es su posición hacia la Mujer (hoy habría que decir de Género), a la que considera –mientras no es víctima de la estulticia de los hombres y de las condiciones adversas de una sociedad que las empuja a la marginalidad—fuerte, responsable y valiente. Citamos de las páginas 115 y siguientes al mencionar un presagio que tiene Luisa: “Echó sobre su marido una mirada imploradora de auxilio, que pedía protección ante el presentimiento de un peligro adivinado, desconocido, y al verlo en aquel abandono de su sueño, laxo, sin nervio y casi sin alma, vio también su pasado de vida marital, en la que, unida a aquel hombre tan débil, había tenido que resistir ella sola, por los dos, todas las contrariedades de la existencia, levantándole siempre, soportando ella el peso de sus irresoluciones, luchando con él para darle ánimo al vacilar y resistiendo siempre la carga de la responsabilidad”.

En la página 121: “¡Por Dios! Enrique –interpeló ella—siempre que hemos hecho algún esfuerzo para mejorar, tú te has llenado de desconfianza y sin embargo no nos ha ido mal… Ya ves, yo puedo ayudarte…” Él contesta: “—No seas tonta. Tu siempre soñando sin que te llame la atención lo que es práctico”.

En la 123: “En realidad había gran diferencia de caracteres y a Luisa le había tocado siempre llevar el mayor peso, pero ella vivía si no contenta, cuando menos soportaba la tarea ya que su alma estaba hecha para la lucha y esa lucha era de abnegación y de sacrificio al aceptar a cada momento la falsa situación de su mentida inferioridad”.

Consumada la felonía, Luisa exclama en la página 135: “ --¡¡Bribones!! ¡¡Bribones!! ¡todos! ¡Ladrones! todos todos ¡Canallas! ¡Canallas! ¡Mienten! ¡Yo no he robado nunca! ¡Ni yo ni Enrique! ¡Canallas! ¡Bribones! Su voz vibró como la maldición que caía sobre el crimen, sobre el verdadero crimen, y como una amenaza del castigo que algún día había de caer sobre Los Bribones”.

Después Lázaro Gutiérrez de Lara describe el edificio de la Cárcel de Cananea en aquellos días, p. 168: “Los presos se agolpaban a las ventanillas enrejadas que daban al patio de la cárcel…” “…El alcaide abrió la puerta de doble reja de hierro por la que, abriendo la primera reja se penetraba al hueco de la puerta; se cerraba en seguida con cerrojo esta primera reja y hasta entonces se abría la otra que luego se cerraba también, después de haber dado paso al patio de la cárcel…”Los calabozos que estaban a los laterales del patio tenían encima de la puerta exterior de madera, una portezuela y por allí sacaban la cabeza los incomunicados y libremente platicaban con los demás…” “…los gritos y los dichos se sucedían y eran coreados por las mujeres que se encontraban presas en la parte alta del edificio y que constantemente estaban en libre plática con los presos…” “El patio de la cárcel era un espacio como de seis metros por lado, pavimentado con ladrillo e insectos parasitarios”….

Y como un telón de fondo el autor retrata a la población, Cananea, p. 183: “Serían las doce de la noche. Sobre la población, que se extendía en una amplia meseta, donde los “homes” formaban anchas y desiertas avenidas, colgaba el sopor sus vaporosos velos de ensueño. En el faldeo meridional, donde concluía la meseta, hormigueaba, en un laberinto de callejuelas, que se hundían en una cañada, la gente trasnochadora que se revolvía ebria y embrutecida en los burdeles que poblaban aquellas callejas,”…

“A su izquierda y hundiéndose en una cañada, el laberinto de callejuelas” (p. 191).

“A sus pies se hundía la falda de la meseta, y por encima de la calle del Mineral y cruzando por los techos de los edificios de la Compañía, su vista cruzaba al nivel de las bocas de las chimeneas de la Fundición y de la “Power-House” y alcanzaba la sierra” (p. 192).

Sobre la edición actual…

Sin duda que a 103 años de su publicación, originalmente en los Estados Unidos, esta edición de “Los Bribones”, a cargo del Instituto Sonorense de Cultura y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes resulta ser una labor encomiable porque implica no sólo retrotraer el texto original y ponerlo frente a nuestros ojos influenciados por un entorno moderno, sino por el trabajo de investigación que lo precede y que el compilador se encargó muy bien de puntualizar en un prólogo muy completo sobre la vida y obra del autor.

“Los Bribones” fue publicada en Los Angeles, California, por Arizmendez Impresor, en 1907 y no debe sorprendernos este hecho porque en esos tiempos, y en años posteriores, las obras literarias o académicas que debían o tenían que ser publicadas (y cuyos autores mexicanos se ubicaban en los estados fronterizos de México o en los sureños del vecino país) encontraban allá las editoriales que en esta parte del país escaseaban o prácticamente no había. Hay que considerar que no siempre las prensas de los periódicos locales eran las idóneas para imprimir un libro.

En términos propiamente de la edición de este libro, lo que demerita un poco su continente y contenido es la gran cantidad de erratas que encontramos. Así, en la página 37 podemos leer “Lázaro encabezadaza” por “Lázaro encabezaba”; en la página 52, se lee: “Dos décadas después de su muerte (1947)” cuando el autor murió en 1918; en la 69, “pasteles” por “pastos”; en la 70 “meroleo” por “merodeo”; en la 71 “cuaterías” por “cuatrerías”; en la página 89 nos parece que el corrector no se tomó la molestia de consultar un diccionario de la lengua inglesa y dejó “Knitgs” por “Knights”; pero parece que tampoco consultó sobre el nombre del famoso pintor Rembrandt porque aceptó “Rembrant”; en la 100 se lee “perene” por “perenne” con doble N, etc., etc., etc.

Y para terminar este apartado debo confesar con todo respeto que difiero un poco con la reflexión que el Dr. Romero Gil vierte en su prólogo, en la página 52, cuando afirma de Lázaro Gutiérrez de Lara (inmortalizado por Diego Rivera en el mural “Sueño de una tarde de domingo en la Alameda Central”): “En el cuadro pictórico Lázaro Gutiérrez de Lara sueña con su Revolución, la que defendió con el único fusil que manejaba: la palabra.” Sin embargo, páginas más adelante, en la 63, se nos muestra una fotografía tomada hacia 1911 en donde podemos ver al abogado, orador, escritor y periodista con dos cananas al pecho y otro cinturón repleto de balas, a la cintura de su lado derecho un Colt del 44, a su izquierda una daga que parece machete, mientras con su mano derecha sostiene de pie un 30-40 o Springfiel de bola. Como podemos ver, este hombre –literalmente—era de armas tomar.

El misterio del Juez Castañeta, Castañeda, Castanedo, Castaneda,

o no se hagan bolas…

Primeramente hay que señalar que en toda la novela el nombre ficticio del Juez aparece como Isidoro Castañeta. Por ello, en la p. 73, en el pie de página No. 8 se nos explica: “Se refiere a Isidro Castaneda, fue juez de 1ª. Instancia en Cananea. Levantó el acta de los acontecimientos de la huelga de 1906, inculpando a Diéguez, Baca Calderón, Gutiérrez de Lara, entre otros…. “

Sin embargo, en el prólogo de la novela, podemos leer en las páginas 56 y 57 que el nombre del Juez, en la novela es “Castañeda” y no “Castañeta”. Cito: “Este Castañeda es riata y no se revienta y güeno para arreglarle a uno cualquier tapao cuando se ofrece”.

Luego, en el primer párrafo de la siguiente página, el prologuista nos da otra explicación: “En el directorio de la impunidad y la abyección que construye en la novela parecen los personajes que participaron o bien consistieron la represión a los trabajadores en 1906. Así “Filiberto Prieto”, es Filiberto Barroso (Presidente Municipal); “Pablo Rubín”, es Pablo Rubio (Comisario de Policía); “Petrucio Robleda”, es Pedro D. Robles (Abogado de la empresa); el juez Castañeda, es Isidro Castanedo (Juez de 1ª. Instancia).

Ojo: ¡Ya no es ni siquiera Castaneda!

Acta de Defunción de Gutiérrez de Lara.

En la única Acta de Defunción que se conoce de Lázaro Gutiérrez de Lara, fechada en 1918, y por demás bastante extraña porque está inscrita en el Libro No. UNO y la Foja UNO, como si nunca hubiera habido en ese lugar registro de muertos anteriores, puede leerse como causa de su fallecimiento lo siguiente: “En el pueblo de Sáric á las 11 once de la mañana del día 19 diez y nueve de enero de 1918 mil novecientos diez y ocho ante mí, Eduardo Quesada Juez del Estado Civil, fue presentada por el Juez Local Propietario de éste lugar, ciudadano Marino Arvizu una nota en que consta; que ayer á las cuatro de la tarde falleció de heridas por arma de fuego el individuo Licenciado Lazaro Gutierrez de Lara ignorándose de donde era originario y, como de 40 cuarenta años de edad, casado. Fueron testigos de este acto los ciudadanos Leopoldo Ochoa y Manuel López el primero natural de Altar de 40 cuarenta años de edad, soltero comerciante y el segundo de Rayón de 44 cuarenta y cuatro años, casado comerciante…”

Certificó el documento Onofre Varela García (Firmado), por la Oficialía del Registro Civil.

Casi, casi, como si lo hubieran tiroteado en una cantina.

El último día de Lázaro Gutiérrez de Lara.

Mario Bustamante Tapia, quien fue director de este mismo museo de la Lucha Obrera, realizó hace más de dos décadas una seria investigación en el Sáric, con el fin de localizar los restos de Gutiérrez de Lara y traerlos a Cananea para ser inhumados junto a los demás mártires del lugar, nos comentó que la última noche que pasó Gutiérrez de Lara en los Estados Unidos durmió en el Zopori, cerca de Río Rico, Arizona, y venía procedente de Los Angeles, California. Le acompañaba un joven anarquista de origen ruso. Cruzaron la frontera al norte del gran desierto de Altar, internándose hacia el Sur, en el hostil y yermo territorio que antes perteneciera a la Pimería Alta. Montaba en un brioso caballo alazán cara blanca, llevando en ancas al ruso. El lugar fronterizo por donde cruzaron, se llama Tres Bellotas.

En Sáric alguien lo reconoció y avisó a los militares que estaban destacados en ese lugar. Inmediatamente fue detenido y se avisó a Hermosillo.

El licenciado Gutiérrez de Lara vestía, cuando fue detenido, camisa y pantalón kaki y una gorra a cuadros; era alto, piel cobriza, cabello encrespado y ojos expresivos.

Fue llevado al cementerio que se localiza en una loma desde donde se ve un bonito panorama, el mismo que Gutiérrez de Lara vio por última vez a las 4 de la tarde.

Ya en lo alto, el detenido antes de ser parado frente a sus verdugos, se quitó su anillo y se lo regaló a una joven conocida como “La Güerita” y la gorra se la regaló a un músico.

Lázaro Gutiérrez de Lara pidió que no le disparasen a la cara e increpó duramente a la tropa diciéndoles: “¡Sepan que van a matar a un hombre, un hombre de verdad!” Esas fueron sus últimas palabras antes de caer al suelo.”

Ya fusilado llegó la orden de que suspendiera la ejecución…

Esta era una más de las estratagemas políticas en uso para que los autores de estos crímenes se libraran del juicio de la historia y de las generaciones futuras.

Muchas Gracias.

José Fco. Terán

Sábado 09 de octubre de 2010,

Museo de la Lucha Obrera (Antes Cárcel de Cananea), Cananea, Sonora.